Stegmaier pregunta «¿Es poco ético pagar a la prensa?»

«¿Es poco ético pagar a la prensa?» Esta pregunta es sencilla, pero parece haber editoriales a las que les cuesta responder. En su último artículo, Jamey Stegmaier, diseñador y propietario de la compañía creadora de Scythe y Wingspan se pregunta por qué las críticas compradas tienen «tan mala fama». Jamás he visto a nadie defender este tipo de actos de forma tan descarada y así me he visto obligado a responder.

CREACIÓN DE CONTENIDOS

Stegmaier escribe el artículo para rebatir la afirmación de que las editoriales pagan por críticas positivas de sus juegos. Calificándola como una teoría de la conspiración, en vez de ello separa la prensa lúdica en dos partes. La primera la denomina «contenido no de opinión» e incluye videos de unboxing, avances informativos o previews y otro contenido de carácter promocional. La segunda incluye lo que llamaríamos editoriales y críticas de juegos.

Stegmaier explica que lo habitual es pagar por el primer tipo de contenido. Por ejemplo, en un comentario ahora borrado, menciona haber pagado 3600$ a Watch it Played por la realización de un videotutorial. Igualmente, habría pagado 375$ a Game Boy Geek por un vídeo de márketing dirigido a tiendas. Según él, este es el único ámbito en el que las editoriales pagan a los creadores de contenido.

Lo que Stegmaier no dice es que aquellos que reciben pagos por crear contenido promocional y los que escriben críticas son frecuentemente los mismos. Canales como Before You Play, Man vs Meeple y el anteriormente mencionado Game Boy Geek incluyen sus reseñas junto a su contenido promocional. De hecho, diría que la mayoría de canales de críticas exitosos aceptan este tipo de pagos.

Por ejemplo, The Dice Tower recibió un pago de la editorial Gamelyn para la creación de un avance de Tiny Epic Dungeons. Pocos meses después, ellos criticaron Tiny Epic Pirates, de la misma editorial. La separación entre contenido editorial y contenido promocional es sólo teórica. En la práctica, el pago llega a las mismas organizaciones y personas.

Los críticos, como todos los periodistas, han de servir al público. Las necesidades de las editoriales y de los lectores rara vez se alinean y, a menudo, chocan entre sí. Las editoriales buscan críticas positivas para vender. Pero el público exige críticas certeras, con puntos negativos y que comparen a unos juegos con otros.

No dar a las editoriales la buena prensa que buscan arriesga al crítico a perder su apoyo. Ninguna empresa va a pagar a quien hable mal de sus productos o recomiende comprar a la competencia en vez de a ellos. Por ello, los críticos comprados necesitan favorecerlas, no sólo para mantener su trabajo sino para asegurarse de que las editoriales sigan proporcionándoles trabajo en el futuro.

PARCIALIDAD

Posteriormente en el artículo, Stegmaier habla de la parcialidad. Inspirándose en un vídeo de BoardGameCo, quien ya había argumentado en contra de la existencia de las críticas de pago, enumera una serie de posibles causas. En su opinión, la parcialidad es inevitable y se pregunta por qué, si confiamos en que los críticos sean imparciales ante algunas de estas circunstancias por qué no hacemos lo mismo si estos recibieron «un pago por adelantado».

Pero no todas las transgresiones son iguales. Es más fácil evitar que los prejuicios afecten a tu trabajo cuando tu forma de vida no depende de aceptarlos. Es poco probable que tener amigos con opiniones distintas a las tuyas afecte a la calidad de tus críticas. Pero recibir cientos de dólares por parte de la gente que lo vende, probablemente lo haga.

Sea como sea, los críticos no han de contentarse con «dejar de lado» su parcialidad. Al contrario, han de buscar minimizar en la medida de lo posible. Esto incluye evitar toda situación que pueda poner su neutralidad en entredicho. Puede ser difícil. La crítica de juegos no es el trabajo mejor pagado del mundo, pero la independencia sigue siendo vital.

Desgraciadamente, Stegmaier no parece conocer la importancia de estos requisitos. Cree que la parcialidad se volvería «irrelevante» si las editoriales se comprometieran a compartir las críticas en sus redes sociales sin siquiera leerlas. Pero conseguir un retuit no palia ninguno de estos problemas. Los críticos siguen siendo presionados a darle a la editorial las críticas que busca o enfrentarse a perder una buena parte de su salario.

Es por esto que su sugerencia de que las editoriales «apoyen» a los críticos en Kickstarter o Patreon no sirve. El problema no es cómo pagan las editoriales a los críticos sino que hacerlo influye en la calidad de su trabajo y los vuelve dependientes de aquellos a los que se supone tiene que criticar. Cuando una reseña negativa puede marcar la diferencia a la hora de llegar a fin de mes, no debería sorprendernos que muchos críticos opten por evitarlas.

CONSPIRACIÓN

A lo largo del artículo, Stegmaier ataca la idea de que las editoriales pagan a críticos destacados para que expresen opiniones positivas sobre sus juegos, calificándola de teoría de la conspiración. Es tanto su primera salva como una de las últimas aclaraciones del final. La verdad es que me extraña, simplemente porque él mismo dice que no sería malo que lo hicieran.

Stegmaier justifica el pago aludiendo al trabajo de estos creadores de contenido. Según dice, se lo merecen porque están haciendo un gran esfuerzo para crear estos artículos y videos. Pero en ningún momento niega que las editoriales paguen por críticas. Al contrario, dice que no pagan por críticas favorables y recomienda a los críticos que «señalen» que les pagan por «su opinión, no por su opinión positiva«.

Hace un par de meses, Jarrod de 3 Minute Board Games se preguntaba por qué, si nadie cobra por sus críticas, cómo es posible que se lo haya tenido que explicar a seis empresas diferentes. En la sección de comentarios de Stegmaier, la editorial 2 Tomatoes se lamenta por no poder pagar los 1000$ que le piden los «grandes críticos». Y hasta mí me han preguntado que «cuánto cobro», como también le ha pasado a Marc Davis de The Thoughtful Gamer.

Sea como sea, no hace falta recurrir a ninguna conspiración secreta. La colusión entre editoriales y críticos se ve a simple vista. Todos los años, el sello más importante y conocido de la crítica de juegos de mesa, The Dice Tower, recibe el patrocinio de una larga lista de editoriales. Estas proveen todo tipo de contenido promocional exclusivo para su campaña de recaudación de fondos, aumentando enormemente sus posibilidades de éxito.

No son los únicos. The Secret Cabal, que dicen no conocer a nadie al que se le haya ofrecido una crítica de pago, también dispone de una lista de «increíbles patrocinadores» de similar longitud. Si bien puede que las editoriales no les apoyen con el objetivo expreso de obtener mejores críticas, deben de sacar algún tipo de beneficio. Las compañías no se gastan su presupuesto de márketing sin esperar nada a cambio.

Y, lo que es más importante, las editoriales dejarían de patrocinarlos si dejaran de darles buenas críticas o se volvieran demasiado duros con sus juegos. Las editoriales pueden pasar por alto las críticas negativas si estas se producen de forma ocasional, pero no van a aceptar reportajes que afecten seriamente a su marca. Su apoyo cesa en el momento en el que dejan de salir beneficiadas.

CULTURA

En definitiva, creo que el pago a los críticos por parte de las editoriales no es ético y que ya se está produciendo de muchas formas. En su artículo, Stegmaier ignora tanto los requisitos éticos de la crítica lúdica como la forma en la que se rompen estos requisitos. Sobre todo, no es consciente del coste cultural de que los periodistas lúdicos estén sometidos a los intereses de las editoriales.

Mientras la cultura de los juegos de mesa ponga a las editoriales por encima de los jugadores, no seremos libres de explorar todo lo que ofrece el medio. Temas difíciles, pero interesantes, como el papel del sexo y la violencia en los juegos, las condiciones laborales de los diseñadores o los mensajes sociales que comunican diversas temáticas no serán plenamente explorados bajo el control de ninguna editorial.

Podemos verlo hoy mismo. Las críticas son universalmente positivas, tanto que parece que cada novedad es aún mejor que la anterior. Todo título publicado es un juegazo de obligatoria compra o, en el peor de los casos, un título interesante que no le gusta al crítico, pero quizás a tí sí. No hay juegos malos. El listón está tan bajo que tenemos el mismo debate sobre si los críticos deberían escribir críticas negativas o no una vez cada dos meses.

Porque Stegmaier no está solo. La idea de que las editoriales no sólo pueden sino deben pagar a la prensa se ha granjeado el apoyo de una gran parte del sector. El el momento de escribir este artículo, cerca del 40% de los encuestados en el sondeo que aparece al final del artículo de Stegmaier está de acuerdo en que es éticamente correcto que los editores compren las opiniones de la crítica.

Sin embargo, yo creo que el mundo de los juegos de mesa pierde cuando la publicidad se convierte en un sustituto de la prensa independiente. Si los críticos fueran libres de la presión de las editoriales, tendríamos una mayor diversidad de ideas y puntos de vistas de lo que podemos encontrar hoy. La prensa sería más honesta y respondería más a las necesidades de la audiencia.

LECTURA ADICIONAL

Código deontológico de la SPJ -El código deontológico de la Sociedad de Periodistas Profesionales de Estados Unidos enumera cuatro principios básicos del periodismo ético. El tercero, «Actúa independientemente» cubre varios de los temas discutidos en este artículo. Si bien la traducción al español de este código es muy pobre, me parece más clara que la de códigos como el de la FAPE o el de los Periodistas de Castilla y León.

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