Hanamikoji ★★★★

Dar a elegir a nuestro oponente puede ser emocionante y ningún juego encarna mejor este concepto que Hanamikoji. Seleccionando cuidadosamente las cartas que presentamos a nuestro rival, descartando las que no queremos compartir y guardando una en secreto, intentaremos ganar el favor de siete geishas.

GEISHAS

En Hanamikoji tenemos una hilera de geishas de diferentes valores. Ganaremos la partida granjeándonos el favor de, o bien cuatro de ellas, o bien las suficientes como para sumar once puntos. Para hacerlo sólo tendremos que darlas más regalos que nuestro rival. Es un juego engañosamente simple cuyos méritos no son evidentes a simple vista.

Los regalos son cartas sencillas. El número de cada geisha, y su color, indican cuántos obsequios correspondientes hay en el mazo y su valor en puntos. Esto es, la flautista morada con un dos en la esquina superior izquierda tiene dos cartas y otorga dos puntos. Cada regalo está asociado a una artista y no se puede dar a otra.

Al comienzo del juego recibimos nuestra mano inicial y un set de cuatro acciones. Cada turno robamos una carta y elegimos una acción, la cual no podremos repetir. La primera es fácil: Elegimos una carta en secreto para darla como regalo. Al final de la ronda, la situaremos en nuestro lado de la mesa junto a la geisha correspondiente.

La segunda es más sutil; descartar dos cartas. Esto las elimina del juego, reduciendo el número de obsequios necesarios para ganar el favor de sus geishas. Por ejemplo, descartar uno de los dos abanicos rojos hará que la bailarina favorezca a quien tenga el otro, sin posibilidad de empate.

La tercera acción consiste en revelar tres cartas. Nuestro oponente elige una de ellas y la pone en su lado del tablero. Nosotros tomamos las dos restantes y las colocamos en el nuestro. Aparentemente esto nos es ventajoso. Sin embargo, asegurarnos de que nuestro rival no se quede con un obsequio clave puede llegar a ser agonizante.

Por último, la cuarta acción es la más difícil. Cogemos cuatro cartas, casi toda la mano, y la dividimos en dos pilas. Nuestro oponente se queda con una y nosotros, con la otra. Dividir los obsequios de tal forma que no sólo nos ayude a ganar, sino que evite que nuestro oponente haga lo mismo es tan difícil como emocionante.

Al fin y al cabo, los jugadores se van alternando. Por cada vez que nos toque dar cartas al rival habrá otra en la que seamos nosotros quienes elijamos. El juego está siempre en equilibrio y todas nuestras jugadas pasan por la mano del rival. La única forma de ganar es entender cómo piensa y por qué.

SUTILEZAS

Lo mejor de Hanamikoji son sus pequeñas sutilezas. Desde la composición del mazo hasta la importancia de los empates, se trata de un juego denso. Las cuatro acciones son difíciles, importantes y muy sensibles a cómo se haya desarrollado la partida. No hay una forma fácil de sacar ventaja, todo importa.

Una de las sutilezas del juego es que no suele acabar en una sola ronda. Al contrario, lo habitual es que el favor de algunas geishas quede en empate. Si esto ocurre, se juega una ronda adicional. Sin embargo, los favores obtenidos se mantienen. Esto afecta a la importancia relativa de cada personaje, y a nuestra estrategia.

Otra sutileza son los propios valores de las geishas. Por ejemplo, varias tienen un valor de dos. Esto significa que sólo hay dos regalos para cada una de ellas en el mazo. Si conseguimos uno, nuestro rival se hará con el otro, resultando en un empate. Pero conseguir ambas es difícil y exige sacrificios en otras áreas del juego.

Un factor importante es que el valor de las acciones no es siempre el mismo. Como robamos una carta todos los turnos, no disponemos de toda la información del juego. Existe un pequeño factor oculto en Hanamikoji que hace las decisiones más difíciles. Saber cuándo descartarse y cuando repartir obsequios es vital.

Estas sutilezas no son tan interesantes como una estrategia a largo plazo. Sólo nos afectan durante unos minutos y, después, se olvidan. Pero tienen matices. Hanamikoji recompensa la astucia y no pone barreras, como pueden ser el cálculo o la memoria, al jugador. Es divertido, siempre, y encantador.

ARTE

Puede que Hanamikoji venga en una caja demasiado grande, pero es una producción atractiva. Las cartas están bellamente ilustradas con colores muy vivos. Agradezco que las geishas sean más grandes que el resto de las cartas y que se haya mantenido el texto en japonés. Además, se incluyen varias cartas promocionales con un toque moderno.

Hanamikoji es un juego abstracto. Recoge un cierto sentido del protocolo, pero su ambientación no se ve reflejada mecánicamente. Aun así, me gusta su estética. Es agradable a la vista y práctica. De hecho, es fácil distinguir todas las cartas pesé a haber geishas de color rojo, amarillo y naranja.

En cierto modo, Hanamikoji me recuerda a Battle Line. Tiene un funcionamiento similar, con cartas que se ponen a un lado u otro de una hilera central. Sin embargo, Hanamikoji se centra en aspectos muy diferentes a los del clásico de Knizia. De hecho, me gusta más y me parece que sufre mucho menos por el azar.

Hanamikoji no es tan profundo como otros juegos más largos. Al fin y al cabo, se limita a cuatro acciones. Pero son acciones de peso, que nos exigen reflexionar y entender cómo piensa nuestro oponente. No es solo una forma de pasar el rato entre partidas de 90 minutos sino un título que merece la pena por méritos propios.

HANAMIKOJI (2013)
DISEÑOKota NakayamaILUSTRACIONESMaisherly
EDITORIAL2TomatoesDURACIÓN15 minutes
NÚMERO DE JUGADORES
2PUNTUACIÓN★★★★

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