Como muchos fans de Terraforming Mars, tenía ganas de jugar a Ark Nova. Construir un zoológico utilizando cartas y proyectos únicos parecía divertido, ¡y lo era! Entre su mecanismo de selección de acciones, la variedad de mapas individuales y el mazo, no le faltaban detalles de mi gusto. Pero, desgraciadamente, su escaso desarrollo y un mal sentido del equilibrio me obligaron a bajar mis expectativas.
ELIGE UN ANIMAL
Ark Nova es, a todos los efectos, un juego de cartas con tablero. Nos dan un poco de dinero, un puñado de fichas y nos ponemos a construir un zoológico. Cada carta representa a un animal, especialista o método de puntuación distinto y es nuestra obligación ver cómo sacarles el máximo beneficio. Si bien la puntuación tiene truco, en el fondo es una carrera. Quien saque más antes, gana.
La forma más básica de conseguir esos puntos es mostrar animales al público. Cada uno tiene un «valor de entrada» que otorga tanto ingresos como puntos de victoria dé. Pero, para hacerlo, primero tenemos que construirles un recinto. En nuestro tablero podemos construir cercas de contención de hasta cinco hexágonos de tamaño. Cada animal necesita una cantidad distinta de espacio y, algunos, necesitan también estar cerca de rocas o agua.
Como en muchos euros, algunos espacios del tablero nos dan bonificaciones. Si los tapamos construyendo, recibiremos cartas, dinero o una mejora de reputación. Y, lo que es más importante, podemos construir estructuras especiales que alojen a varios animales, como casas de reptiles y aviarios. También podemos levantar pabellones y quioscos para ganar un poco más de dinero, aunque su presencia es menor.
Sin embargo, la fuerza de las acciones no es siempre la misma, sino que varía dependiendo de cuándo se usen. En nuestro tablero las ordenaremos de una, la más floja, a cinco, la más fuerte. Por ejemplo, la acción de Animales no sirve de nada en el mínimo, pero, al máximo, permite jugar dos animales en vez de uno, lo que dobla su eficacia.
El truco está en que, cada vez que usamos una acción, esta vuelve al primer puesto de la cola. Esto no sólo hace que repetirla sea ineficiente, también empuja al resto hacia arriba y hace que las demás sean mejores. Intentar aprovecharlas todas a la vez que gestionamos las cartas de la mano y cuidamos los animales de nuestro zoo es lo que hace que Ark Nova sea interesante y divertido.
A pesar de aportar tanto, también es el ejemplo más claro de los defectos del juego. Para asegurarse de que hubiera varias acciones útiles, las cartas fueron divididas en tres tipos distintos. Y si no robamos el tipo correcto, no se puede hacer nada. La acción se queda atascada, la calidad del resto se resiente y probablemente tengamos que perder el turno para arreglarlo temporalmente. Es la primera señal de que Ark Nova no alcanza las expectativas que tenía puestas en él.
DISEÑO CONTRAPRODUCENTE
Desgraciadamente, muchas de las decisiones de diseño de Ark Nova acabaron siendo contrarias a los propios objetivos del juego. Varios de sus mecanismos y muchas de sus cartas no terminan de funcionar, o lo hacen de forma extraña, como si el periodo de testeo hubiese sido demasiado corto. Me da la sensación de que Ark Nova fue publicado antes de tiempo o que no se le prestó la suficiente atención a los detalles finales.
El problema fundamental del juego es que las entradas son, a la vez, una fuente de dinero y de puntos de victoria, produciéndose así una potente bola de nieve en lo más profundo del juego. Al principio el dinero escasea, luego se vuelve prácticamente infinito. Empezamos con un ingreso de tan sólo cinco monedas por turno y, para la mitad de la partida, ya es normal ganar treinta o más.
Como cabe imaginar, las cartas no se vuelven seis veces más caras según avanza la partida. Si lo hicieran, sería difícil jugarlas al principio. Tampoco robamos seis veces más cartas ni ganamos la capacidad de construir masivamente. Al final, esto crea un cuello de botella, lo que significa que lo bien que hayamos empezado y lo bien que robemos cuando lo necesitamos son factores determinantes en la partida. Esto se nota especialmente con los animales.
Los animales pequeños necesitan menos casillas, son más baratos y tienen menos requisitos que los grandes. Lo lógico sería que para compensar, dieran mucho menos dinero. Pero la diferencia es demasiado pequeña como para justificar invertir más tiempo, espacio y dinero en ellos. Aun así, ¿para qué molestarse cuando puedes meter cinco pájaros en el mismo edificio? Ignorar costes es una estrategia poderosísima en casi cualquier juego y Ark Nova no es una excepción.
Un último ejemplo. Si nos quedamos sin dinero durante una ronda, podemos usar la acción de Patrocinadores para conseguir más. Pero esto no es sólo ineficiente, sino que también hace que se acabe la ronda antes. Por tanto, no disfrutaremos de nuestro dinero durante mucho tiempo antes de que llegue la ronda de ingresos y todos reciban más dinero. En el fondo, me parece que acaba quitando acciones a los jugadores que van perdiendo y le da ventaja a los demás.
Ante todo, Ark Nova es uno de esos juegos en los que tenemos que esperar a los turnos de los demás, incluso si no nos afectan. Existen cartas de ataque, pero son demasiado caras, débiles y complicadas para lo que hacen. Hubiera preferido que no existieran y los turnos fueran simultáneos. Así, al menos el diseñador se lo hubiera pensado dos veces antes de dar más turnos al primer jugador y luego intentar compensarlo.
EL TOQUE FINAL
Con cada partida, le veía más fallos a Ark Nova. Ninguno era mortal. Eran todo defectos menores que podrían haberse arreglado fácilmente. Pero se acumulan. Poco a poco van mermando el disfrute de elegir la estrategia adecuada o saber qué carta es la correcta en cada momento ¿Para qué voy a invertir en primates cuando lo más probable es que no robe ninguno?
En cierto sentido, Ark Nova ahonda en los problemas que ya tenía Terraforming Mars. Es más largo, más complejo y más propenso a atascarse que su predecesor. La mayor pega de Terraforming Mars era que la acción ocurría, no en el tablero, sino en las cartas de tu mano. Y Ark Nova va más allá y sustituye el mapa por pequeñas parcelas personales, negándole ese trocito de humanidad al diseño.
Es posible disfrutar Ark Nova por mucho que un mapa sea mejor que el resto o aunque diga que los koalas son un tipo de oso. Pero yo no puedo recomendar un juego que se tropieza consigo mismo una y otra vez. Llega un momento en el que mi respeto por los detalles me puede y tengo que decir basta. Me gusta, eso es innegable, pero no puedo disfrutarlo sin que uno u otro defecto me bloquee la vista.
Al igual que ya pasó con Terraforming Mars, Ark Nova podría mejorar con las expansiones. Pero la caja ya rebosa con una cantidad ingente de contenido. Al contrario, lo que realmente necesita es menos. Menos mecánicas, menos cartas, dejar atrás sus mecánicas más flojas. Necesita que lo editen, lo pulan, lo desarrollen, que corten las partes que no funcionan y refuercen las que sí lo hacen.
ARK NOVA (2021) | |||
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DISEÑO | Mathias Wigge | ILUSTRACIONES | Steffen Bieker Loïc Billiau Dennis Lohausen et, al. |
EDITORIAL | Feuerland Spiele Maldito Games | DURACIÓN | 120 minutes |
NÚMERO DE JUGADORES | 1-4 (Mejor con 2-3) | PUNTUACIÓN | ★★ |
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