El Señor de los Anillos ★★★★

El Señor de los Anillos no trata sobre una guerra. En el fondo, ni siquiera es una historia sobre elfos, orcos ni magos sino una novela sobre el sacrificio y la amistad. La adaptación lúdica de Reiner Knizia es el único juego que reconoce este hecho. A través de sus mecánicas, refleja el duro viaje del libro y demuestra cómo sólo la cooperación y la valentía podían vencer ante tal desafío.

VIAJE

El Señor de los Anillos de Knizia es un juego cooperativo. Al igual que los hobbits de la novela, viajaremos a través de la Tierra Media en un intento de alcanzar el Monte del Destino y destruir el Anillo único. Es una tarea difícil y el camino se encuentra lleno de peligros. Ya sea por agotamiento o por caer presa de la corrupción de Sauron, la derrota es el resultado más probable de todos.

El juego se compone de varios tableros. Cada uno de ellos tiene un camino largo que conecta con la siguiente etapa del viaje y varios caminos menores que no. Estos últimos nos alejan de nuestro objetivo pero seguirlos nos da beneficios como granjearnos aliados poderosos. Para movernos hemos de gastar cartas de nuestra mano, que siempre son escasas.

La corrupción es representada por un indicador situado en otro tablero. Al comienzo de la partida, los hobbits y Sauron se posicionan en lados opuestos. Los eventos y otros peligros nos obligan a acercarlos entre sí. Si acaban en la misma casilla, el hobbit y su jugador son eliminados de la partida. Y, si bien los hobbits pueden retroceder en el indicador, el Señor Oscuro nunca lo hace.

Los peligros del camino son representados de la misma forma abstracta. Cada turno, damos la vuelta a una ficha. Aproximadamente la mitad tienen efectos negativos, como obligarnos a descartar o hacer que el portador del Anillo se mueva en el indicador de corrupción. Y, lo que es peor, no pararemos de sacar fichas hasta conseguir una buena. Las desgracias se acumulan rápidamente y dan al juego un tono de miedo constante.

Algunas de estas fichas activan eventos, que son diferentes dependiendo del tablero. Estos nos hacen perder recursos y exigen sacrificios, como completar caminos menores o descartar ciertos tipos de cartas. Como los eventos se pueden suceder uno detrás de otro, tendremos que decidir si cumplir con sus exigencias o sufrir sus penalizaciones, una decisión mejor tomada en grupo.

Dicho esto, los turnos son muy sencillos. Podemos gastar cartas para movernos en el tablero, descansar para robar dos cartas o retroceder en el indicador de corrupción. Como en otros juegos de Knizia, la sencillez oculta la dificultad de decidir. El tiempo no favorece a los hobbits pero cargar sin estar preparado es mortal. Para vencer necesitaremos urdir un buen plan como grupo.

SACRIFICIO

El Señor de los Anillos de Knizia se basa en el sacrificio. Al fin y al cabo, es uno de los temas centrales de la novela y del catolicismo que permea la obra de Tolkien. El comienzo es la parte más fácil y la única forma de llegar al final es gastar cartas, recursos y tiempo. El juego se basa en reducir pérdidas, no en obtener beneficios.

A diferencia de otros títulos, en los que el progreso está marcado por un aumento de poder, no existe forma de ganar una ventaja permanente. Puede que nos sintamos menos presionados o podamos descansar, pero el juego siempre nos empujará a continuar. Incluso si lo hacemos bien en otras áreas, Sauron sólo puede acercarse. Quedarse quieto acaba saliendo caro.

Las propias cartas son partícipes de esta temática. Al comienzo del juego visitaremos Rivendel, uno de los pocos espacios seguros, y recibiremos regalos de Elrond. Estos toman la forma de objetos potentes que nos dejan repetir tiradas, retroceder en el indicador de corrupción y evitar otros efectos peligrosos. Pero sólo se pueden usar una vez. Una vez los gastemos, no los podremos recuperar, hagamos lo que hagamos.

La ayuda de Gandalf es clave. La mayor parte de espacios del tablero nos dan runas, que podremos gastar de cinco en cinco para pedirle ayuda. Al igual que los regalos de Elrond, los poderes de Gandalf se pueden usar sólo una vez. Y, lo que es más importante, cada hobbit tiene su propia reserva. Habremos de cooperar para evitar desperdiciarlas.

Ante todo, El Señor de los Anillos nos ofrece la posibilidad de sacrificarnos por los demás. Cuando Sauron se acerque tanto que la derrota parezca inevitable, quizás sea mejor arriesgarlo todo por el bien del grupo. Si somos cuidadosos podremos renunciar a nuestro puesto en la partida para proteger al portador del Anillo. No todos los hobbits cruzaran la línea final y no es obligatorio que lo hagan.

Es el mejor uso de la eliminación de jugadores que he visto en mucho tiempo. Encaja a la perfección con la historia de la novela y pone la responsabilidad de hacer lo correcto en manos del jugador. Este sacrificio es emocionante porque afecta a un nivel personal. Y, si ser eliminado nos impide seguir jugando, esto sólo ocurre al final, cuando no quedan más que unos minutos de partida.

ABSTRACCIÓN

Dicho esto, creo que es importante reconocer que El Señor de los Anillos de Knizia es tan mecánico, abstracto y seco como lo pintan. Por muy bien que capture las temáticas de la novela, no deja de ser un puñado de indicadores, casillas y tracks. Progresar en la partida es una cuestión de tomar y gastar recursos. Su faceta inmersiva es muy floja.

Pese a su enorme popularidad, creo que a muchos jugones empedernidos les costará meterse en el papel. Quitando los propios hobbits, el resto de personajes son prácticamente intercambiables. Una espada o una capa tienen el mismo efecto que Légolas o el Ejército de las Sombras. Leer los eventos de antemano es importante estratégicamente pero también reduce el factor sorpresa del juego.

Y, lo que es más importante, El Señor de los Anillos de Knizia tiene una esperanza de vida corta. Si bien parece difícil al principio, las partidas se van volviendo más simples con la suficiente experiencia. Muchas de las decisiones menores se van volviendo automáticas o requieren de poca cooperación con el resto del grupo. Correr a toda prisa hasta el final del tablero es un poco más efectivo de lo que me gustaría y es fácil aprovechar al máximo muchas de las cartas.

Esto no quiere decir que no haya matices. El juego es más variado e interesante de lo que podría parecer dada su linealidad. Por ejemplo, dejar que se activen todos los efectos de un tablero es una estrategia válida como también lo es pasarle el Anillo a Sam para reducir los efectos de la corrupción. Pero es un juego pequeño que no aguantará partidas regulares durante mucho tiempo.

EDICIÓN

Si bien es técnicamente posible jugar con menos, creo que El Señor de los Anillos es mejor con al menos cuatro personas en la mesa. Con menos el juego es más fácil y los sacrificios son menos importantes. Creo que favorece terminar los tableros lo antes posible y el tener más cartas en mano hace que el descansar o no sea una decisión sencilla.

Un mayor número de jugadores también hace que la decisión de utilizar objetos sea más interesante. No sólo es más probable que nos quedemos sin cartas, la importancia de los caminos secundarios también aumenta. Salir de un tablero sin preocuparse por los recursos es más fácil con Frodo y Sam que con cinco hobbits hambrientos.

Ha habido muchas ediciones de El Señor de los Anillos de Knizia a lo largo de los años. Todas usan las bellísimas ilustraciones de John Howe, cuyos dibujos ya fueron portada de la novela y marcaron la dirección artística de las películas de Jackson. Desgraciadamente, la versión original superpone sobre ellas unos símbolos feísimos y anticuados.

Sin embargo, las ediciones más modernas, incluyendo la Edición 20 Aniversario no son compatibles con las expansiones. Las ilustraciones de las cartas y fichas son diferentes y no encajan entre sí. Aunque no es que sean fáciles de encontrar, las expansiones fueron publicadas hace 20 años. Además, se ha pasado de miniaturas a fichas de cartón. Normalmente, no me importaría, pero la figura de Sauron tenía un aspecto estupendo.

Aun así, El Señor de los Anillos sigue siendo un gran juego. Si bien la mayor parte de cooperativos modernos siguen el patrón de Pandemic, El Señor de los Anillos de Knizia es único en su enfoque. Es abstracto, seco y, a la vez, poderosamente temático. Sus idiosincrasias forman parte de su atractivo y, aunque a algunos les eche para atrás la frialdad de sus mecánicas, capta el espíritu de las novelas mejor que ningún otro juego.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS (2000)
DISEÑOReiner KniziaILUSTRACIONESJohn Howe
Kevin Childress
EDITORIALFantasy Flight GamesDURACIÓN60 minutes
NUMBER OF PLAYERS
3-5 (Mejor con 4-5)PUNTUACIÓN★★★★

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