Battlestar Galactica ★★★★ | Crítica

Los juegos de deducción social, en los que unos traidores intentan hundir un grupo desde dentro, suelen ser muy cortos. Una partida de La Resistencia, Among Us u Hombre Lobo no dura más de treinta minutos. Son juegos sencillos, tan fáciles de jugar como de dejar olvidados en un cajón.

Pero Battlestar Galactica es un juego serio que dura entre dos y tres horas. Y es su duración, su seriedad y su complejidad lo que hace que destaque y lo convierta en uno de los mejores juegos de su género.

GALACTICA

Battlestar Galactica es un juego semicooperativo en el que la humanidad, atrapada en la nave homónima y su flota, busca un destino seguro entre las estrellas. Perseguidos por la flota Cylon, con escasos suministros y varios traidores a bordo, su supervivencia está en entredicho.

Todo esto, por supuesto, está basado en la serie de televisión, que jamás he visto. Pero, aún sin tener un punto de referencia, el juego produce una experiencia temática llena de decisiones difíciles y una tensa atmósfera. No tiene miedo de ser duro, lo que le otorga un filo emocional que no existe en títulos más suaves. Los ataques constantes, la traición y la ocasional tirada de dados nos mantiene pegados a nuestros asientos durante toda la partida.

El juego es más sencillo de lo que parece. Al comienzo de cada turno robamos cinco cartas. Luego, podemos jugar una de ellas o utilizar uno de los espacios del tablero. La nave siempre necesita reparaciones, una renovación política o está bajo el ataque enemigo. Una vez decidamos qué hacer, robaremos una carta de crisis y las cosas se pondrán más difíciles.

Las crisis reducen cuatro diales que indican la población, moral, combustible y alimentos disponibles en la nave. Si cualquiera de ellos es reducido a cero, la humanidad es destruida. Para evitarlo, los humanos han de intentar igualar el número de las crisis añadiendo cartas boca abajo a un montón. Dependiendo de su naturaleza habrá cartas que sumen y otras que resten, abriendo la posibilidad al sabotaje.

Aquí es donde las cosas se ponen interesantes: No suele bastar con alcanzar el número objetivo. Galactica siempre acabará perdiendo recursos, incluso en el mejor de los casos. Esto obliga a los humanos a decidir: ¿Cuántos recursos podemos perder? ¿Podemos confiar en el Presidente para decidir quién ha de ir a la cárcel, o aprovechará para hacer una purga?

El juego alienta a conversar. La mayor parte del tiempo lo pasaremos discutiendo, tratando de convencer a los demás sobre la mejor forma de llevar la nave o intentar que la hundan. Y, como el juego es largo, las consecuencias de nuestras acciones no son siempre evidentes. Tendremos que sopesarlas, no con nuestras necesidades actuales, sino también con el efecto que tendrán en varios turnos.

Todo esto es más difícil al haber varios traidores Cylon en la mesa. Traidores que tienen un incentivo a colaborar hasta que puedan clavar el cuchillo en el momento más crítico y que poco a poco irán envenenando nuestras jugadas. Traidores a los que no se les debería permitir tener cargos políticos, pero a los que es difícil quitarles sus títulos sin parecer tu uno de ellos.

PROBLEMAS

Las mecánicas de Battlestar Galactica no son muy atractivas y, por lo general, bastante lentas. Como jugadores nuestras acciones están limitadas y sólo exigen la estrategia más básica. Tenemos un minijuego de disparos y un puñado de lugares de dudosa calidad que visitar. La mecánica de robar y jugar cartas boca abajo es claramente mediocre.

El mejor ejemplo es el combate. Los jugadores pueden tomar el control de naves para luchar contra la flota Cylon. De hecho, una clase entera de personajes, los pilotos, están especializados en esta parte del juego. Pero ser piloto consiste tan sólo en moverse por el tablero y tirar un dado para ver si golpeamos al adversario.

El juego tiene un puñado de pequeñas imperfecciones. El funcionamiento de la flota Cylon a veces causa situaciones de hambruna o festín, donde salen varios ataques seguidos o no pasa nada durante varios turnos. Hay personajes mucho más útiles que otros y no hay ningún motivo para que los humanos no quieran cooperar.

Pero la conversación y el debate son tan buenos que no me importa hacer el esfuerzo. Y no todas las mecánicas son pobres, algunas son bastante ingeniosas. Por ejemplo, los traidores no se conocen entre ellos. De hecho, puede que no estén presentes al comienzo del juego. Y una vez que se les pille, no son eliminados de la partida, sino que siguen jugando contra los humanos con su propio tablero de acciones.

Cada personaje es único, con una ventaja, una desventaja y una poderosa habilidad de un solo uso por partida. Podemos ser elegidos Presidente y ganar acceso a la poderosas cartas de Quórum o controlar el arsenal nuclear de Galáctica como el Almirante. Los traidores que no estén en la cárcel pueden revelarse para infligir graves daños a Galáctica en el momento más inoportuno.

Creo que el motivo por el que Galactica es un juego tan atractivo radica en la templanza que exige a cada jugador. En otros juegos las decisiones son fáciles porque las consecuencias son muy pequeñas. Matar o excluir a la persona equivocada no es un fallo grave. En el peor de los casos, el juego se acaba en diez, quince minutos y no hace falta más.

Pero en Battlestar Galactica enviar a un jugador a la cárcel es bastante difícil. No hay un voto automático para expulsar traidores. Si queremos enviar a alguien a la cárcel debemos gastar nuestros escasos recursos en el intento. Recursos que podrían gastarse en la nave o en superar una crisis. El juego ya es lo suficientemente difícil de por sí como para malgastar cartas. Y si nos equivocamos, las consecuencias suelen ser terribles.

Normalmente, vería correcto matar o excluir a un jugador basándose en pruebas muy circunstanciales. Si tienes un 30% de posibilidades de ser un traidor, lo siento, pero voy a ir a por ti. Pero en este juego, el riesgo es tan alto que prefiero que te rías de mí a tomar la decisión equivocada. Esto resulta en una experiencia tensa y dura que llega mucho más lejos de lo que normalmente permitirían sus mecánicas.

DIVERSIÓN

La dirección artística del juego es la típica de esta época de Fantasy Flight: gráficos demasiados oscuros, miniaturas innecesarias y fotos genéricas de la serie de televisión. Algunas decisiones son un poco extrañas. Por ejemplo, podemos usar una casilla para forzar un salto superlumínico. Pero el indicador de salto está en la otra punta del tablero. Las cartas son muy pequeñas, quizás un tercio del tamaño estándar, y son difíciles de leer.

Pero son perfecciones menores. Como crítico, me es imposible no fijarme en ellas pero nunca han resultado ser un problema a la hora de jugar. El juego me absorbe completamente en su narrativa y sus defectos no se entrometen en mis intentos por destruir a la humanidad o salvar la nave. Todas mis partidas han sido divertidas y emocionantes. Tanto que no me importa que alguna haya sido demasiado larga o se haya decidido por azar.

Llegará el día en el que relea esta crítica y piense que fui ingenuo. Puede que piense que el juego se ha quedado obsoleto o que sus defectos ya no me parecen tan perdonables. Pero este día no ha llegado aún y, 12 años después de su fecha de publicación, jugaría a Battlestar Galactica cada semana con mis amigos.

BATTLESTAR GALACTICA: EL JUEGO DE TABLERO (2008)
DISEÑOCorey KonieczkaILUSTRACIONESKevin Childress Andrew Navaro Brian Schomburg
WiL Springer
EDITORIALFantasy Flight GamesDURACIÓN150 Minutes
NÚMERO DE JUGADORES
5-6 (Mejor con 5)PUNTUACIÓN★★★★

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