Riftforce ★★★

En Riftforce se lucha por poder y control. Cuando la magia irrumpió en el mundo y los elementales comenzaron a despertar de su letargo, diez gremios trataron de dominar esta nueva fuente de fuerza. En este juego de gestión de manos y estrategia, prevalecer sobre nuestros oponentes exigirá todo nuestro ingenio y la comprensión de las sutilezas inherentes a cada facción.

CARD BATTLER

Riftforce es lo que los japoneses llaman un «Card Battler». Empezamos eligiendo cuatro facciones, cada cual con su propio poder. Luego, barajamos todas sus cartas y luchamos por el control de un tablero dividido en cinco territorios. Quien antes consiga 12 puntos, ya sea destruyendo las tropas del oponente o manteniendo territorios bajo su control, será el ganado. Es un juego sencillo, rápido y eminentemente competitivo.

En nuestro turno, sólo disponemos de tres acciones. La primera es jugar hasta tres cartas del mismo tipo o número. Igualmente, podemos descartar una carta para activar hasta tres elementales de tipo o número correspondiente. Por último, podemos gastar nuestro turno en robar, lo que también nos reporta un punto por cada territorio en el que estemos presentes y nuestro rival no.

La trampa radica en que cada una de estas acciones afecta la calidad de las otras dos. Si jugamos un montón de elementales tipo Planta, luego tendremos menos cartas de su tipo para activarlos. Igualmente, cuanto más activemos las cartas que tenemos en la mesa, menos estaremos desarrollando nuestra posición en tablero. Gestionar nuestras acciones a la vez que mantenemos a nuestro rival a raya es inherentemente difícil.

Uno de los aspectos más interesantes de Riftforce es la mezcla de facciones. Es posible juntarlas al azar y obtener un resultado jugable. Sin embargo, hay combinaciones que son mucho mejores que otras. Por ejemplo, el gremio de las Sombras, que nos da un punto adicional por cada enemigo que derrotemos pero que hace mucho daño, funciona mejor con aliados fornidos como los elementales de Cristal o Fuego.

Esto le da a Riftforce una faceta interesante. Si bien los gremios se parecen bastante entre sí y varían sólo en cómo se mueven y atacan, no todos se usan igual. Muchas veces, me he encontrado con que alguna combinación que pensaba terrible realmente era bastante útil e interesante. Puede que los efectos de cada gremio sean sencillos, pero dan más juego del que parece.

PROFUNDIDAD

La sencillez de las mecánicas de Ritforce esconde una sorprendente profundidad. Una y otra vez, se me hace difícil decidir entre jugar más elementales y usar los que ya tengo en la mesa. Siempre que lo juego, doy por hecho que va a ser sencillo y acabo viéndome obligado a quedarme pensando unos buenos minutos. No es fácil jugar bien las cartas.

Muchas veces, después de una jugada me quedo con la sensación de que podría haberlo hecho mejor. Me doy cuenta de que no aprovecho al máximo las cartas de mi mano o que podría haber activado los elementales de una forma más eficiente. Me recuerda mucho al tipo de decisiones menores que se toman en un juego de cartas intercambiables, como seguir las secuencias correctas y usar todos los recursos disponibles cada turno.

Me impresiona bastante lo sutiles que son algunos de estos detalles. Por ejemplo, podemos jugar hasta tres elementales cada vez. Sin embargo, robamos hasta tener siete cartas así que es probable que siempre nos queden un par en la mano. Esto significa que es prácticamente imposible tener turnos perfectos en los que utilicemos al máximo nuestras acciones.

Ante todo, existe una presión constante a mantener al nuestro rival controlado. Dejar que puntúe cada vez que robe cartas es un desastre. Debemos intentar que el ritmo del juego esté a nuestro favor. Si podemos hostigar a nuestro rival con ataques continuos a la vez que evitamos dejar espacios vacíos, será fácil ganar. Pero, si no, la partida puede torcerse y acabar perdiendo muchos turnos más tarde.

IDENTIDAD

El mayor defecto de Riftforce es su débil sentido de la identidad. Le falta una idea potente que lo defina y se puede hacer algo anodino. No innova ni transmite una temática o mensaje de interés social. Es un diseño mecánico puro y se contenta con ofrecer un breve arco estratégico y un puñado de sutilezas.

Este débil sentido de la identidad hace que Riftforce sea menos emocionante de lo normal. Jugar las cartas es divertido pero desapasionado. No vamos a ver nada que no hayamos visto antes y no nos tiraremos días pensando en nuestra última partida. Su calidad es innegable, pero no hace volar nuestra imaginación. Es un juego espartano, para bien y para mal.

Si bien planificar nuestro turno es interesante y tenso, a Riftforce le faltan esos pequeños momentos de creatividad que tienen otros títulos. Es difícil sorprender o engañar al rival o quedarnos sorprendidos por una jugada inesperada. Podemos emparejar elementales y darnos cuenta de que funcionan muy bien entre ellos, pero el resultado tampoco será especialmente novedoso. Es un juego estoico, como una piedra bien afilada.

Dicho esto, Riftforce está muy bien posicionado en el mercado actual. Es lo suficientemente sencillo como para que cualquiera pueda jugarlo y lo suficientemente profundo como para que merezca la pena hacerlo. Un problema frecuente del género de los «Card Battlers» es que exigen conocer todas las cartas antes de poder disfrutar de ellos y, llegados a ese punto, casi es mejor jugar a Netrunner o Flesh and Blood.

Smash Up es un ejemplo de este problema. Se supone que es un juego para echarse unas risas, pero tener que leer todas y cada una de las cartas ralentiza la partida. Riftforce soluciona este problema usando cartas genéricas cuyos únicos atributos son tipo y número. Todo lo que demás está escrito en las cartas que definen cada facción, los elementales no tienen texto alguno.

Y no son sólo las reglas, la estrategia en sí también es accesible. Se tarda muy poco en aprender a jugar bien a Riftforce. Podemos haber jugado treinta partidas más que nuestro adversario y, aun así, pasárnoslo bien. Este es un punto muy positivo para un juego de este tipo y que no debería pasarse por alto.

Riftforce es un juego colorido y sus cartas son fáciles de distinguir en la mesa pese a utilizar dos tonos azules, negro y azul para cuatro de sus facciones. Las ilustraciones son bonitas, si bien algo carentes de personalidad. No consiguen trasladarnos a un maravilloso mundo de fantasía lleno de criaturas mágicas increíbles.

A pesar de sus limitaciones, Riftforce es un buen juego. Es interesante, profundo y divertido y consigue destacar en el abarrotado mundo de los juegos de cartas. Gracias a la expansión en ciernes y a su lanzamiento por parte de Captsone y Maldito, tiene el potencial de convertirse en una estrella menor del ámbito lúdico. Tiene la base necesaria para ello, tan sólo le falta ambición.

RIFTFORCE (2021)
DISEÑOCarlo BortoliniILUSTRACIONESMiguel Coimbra
EDITORIAL1 More Time GamesDURACIÓN20 minutos
NÚMERO DE JUGADORES
2PUNTUACIÓN★★★

1 More Time Games proporcionó una copia del juego para la realización de esta crítica.

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