República de Roma ★★★★★

República de Roma es largo, duro y dominado por el azar. No tiene ni cinemáticas ni texto de ambientación, eligiendo cubrirse en su lugar de tablas y un manual cual una guía telefónica. Y, pese a ello, es uno de los juegos más inmersivos, temáticos y emocionantes dentro y fuera de su género. Es el ejemplo perfecto de cómo unas buenas mecánicas son capaces de crear una narrativa inolvidable.

HISTORIA DE LA REPÚBLICA

Al tomar el rol de una familia política romana, seremos responsables del destino de toda una civilización. Al contrario que el posterior Imperio, la República vivía en un estado constante de tensión. Las guerras, hambrunas, revueltas y epidemias se sucedían una tras otra, poniendo en jaque a un estado en crisis. Su supervivencia depende de las decisiones de los jugadores en el Senado. Si Roma sucumbe ante sus enemigos, ya sean internos o externos, todos pierden inmediatamente.

Todos los asuntos políticos de la República se resuelven mediante el voto. Los senadores deciden qué guerras combatir, cuantas tropas entrenar y quién las dirige en batalla. Pueden pasar leyes, enviar a representantes a provincias y resolver asuntos de justicia interna tales como la corrupción y las ceremonias religiosas. En tiempos de extrema necesidad, pueden hasta elegir un Dictador con la esperanza de que el control absoluto mantenga viva a Roma.

Sin embargo, República de Roma no es un cooperativo. Los jugadores no buscan la prosperidad de su civilización sino la propia. Las dos únicas formas de ganar son ser el jugador más poderoso al final de una era o proclamarse Cónsul Vitalicio, lo que acaba con la República. Sea por fuerza bruta o por intriga, los jugadores buscan destruir la estructura política que tanto luchan por defender.

Es una gran premisa que fomenta todo tipos de discordias, intrigas y dramas. Si bien muchos juegos, como Battlestar Galactica, dividen a los jugadores entre traidores y fieles, República de Roma va más allá y les da a todos ambos roles a la vez. Todos buscan destruir la República y todos han de hacer todo lo posible para salvarla.

Las familias políticas se componen de senadores. Estos difieren en sus habilidades militares y políticas, así como en su lealtad. Cada uno se representa mediante una carta distinta que también sirve para registrar su influencia y popularidad. Estos personajes pueden tener diferentes cargos, como Cónsul, Pontifex Maximus y Censor. Con ellos, los jugadores pueden dirigir el Senado, ordenar sacerdotes y llevar a los corruptos a juicio.

República de Roma es un título rico en detalles y da muchas más opciones a sus jugadores que un título moderno. Podemos reformar el sistema agrario, robar los fondos provinciales o utilizarlos para su verdadero propósito. Las propuestas del Senado pueden interrumpirse con un tribuno y los senadores infieles pueden ser sobornados por nuestros rivales.

AZAR

Sin embargo, puede que la característica más rompedora de República de Roma sea el azar. Es el juego más caprichoso de mi colección y no se me ocurre una mejor palabra para calificarlo que «extremo». Todas las acciones conllevan una tirada de dado y un mal resultado puede ser catastrófico. Es un título que nos mantiene en tensión con una mezcla de miedo, riesgo y mofa a las desdichas de los demás.

Dejadme que os cuente una historia. Una vez, los políticos de Roma decidimos mandar a Escipión a luchar contra Aníbal en contra de su voluntad. Armado con tan sólo el mínimo de tropas, su futuro era parco. Tiró los dados en una tabla donde cada resultado podría acabar con su vida. Pero pasó lo imposible y sacó tres seises. Contra todo pronóstico, venció a los los cartaginenses y volvió sano y salvo a Roma.

Frustrados, le acusamos de traición, un delito castigado por la muerte. Ignorando su valentía, todos votamos a favor de su culpabilidad. Pero, antes de que pudiéramos sentenciarlo, volvió a lanzar los dados.  Enfurecidos por la forma en la que tratábamos al hombre que salvó a Roma, la plebe irrumpió en el tribunal. Golpearon al fiscal, que murió ensangrentado, y liberaron a Escipión de las garras de la justicia. De nuevo un hombre libre, se fue a dormir, y murió por causas naturales un turno más tarde.

A República de Roma no le importan tus sentimientos. Te coge por las solapas y te demuestra que la historia no es una meritocracia en el que todo el mundo gana. Que por cada Cesar hay un Pompeyo y también una docena de Bíbulos de los que nadie se acuerda. Es injusto y orgulloso de ello. Blandiendo el azar como arma, te osa a darle combate.

NEGOCIACIÓN VINCULANTE

Dicho esto, hay otro motivo por el que República de Roma es tan azaroso. El azar actúa de contrapeso a la mecánica de negociación más poderosa jamás creada: La negociación en República de Roma es vinculante. Si haces una promesa, las reglas te obligan a mantener tu palabra. No puedes renegar de un trato.

Esta mecánica, creada porque el equipo de testeo llegaba a las manos, es uno de los elementos de diseño más brillantes que he visto. Permite infinitas formas innovadoras de negociar y también hacer pactos que jamás funcionarían en cualquier otro juego. Podemos manipular elecciones, monopolizar el poder y derrocar hasta al más poderoso tirano siempre y cuando los otros jugadores nos dejen hacerlo.

En la mayor parte de juegos, no podemos confiar en que los demás cumplan sus promesas, por lo que no se hacen. La negociación vinculante, sin embargo, sí que permite que estos pactos funcionen. Podemos comprar el puesto de Censor jurando lealtad a los corruptos o crear un poderoso triunvirato. Es mi mecánica favorita y eso que sólo está presente aquí y en Dune.

Lo mejor de República de Roma es la enorme variedad de temas a discutir. A veces, los jugadores se ven obligados a trabajar juntos. Otras, la partida se define por la cruel realidad de la política. Las amenazas, sugerencias ridículas y mofas tienen su huequito reservado en el juego. Y, como todo se vota, no basta con convencer a un jugador. Hace falta convencer a toda la mesa.

De hecho, evitar que los demás obtengan poder es una estrategia peligrosa. Empuja a nuestro enemigos a recurrir a la violencia, que es mucho más difícil de controlar que un mal aliado. El asesinato, o, mejor dicho, el miedo a ellos, actúa como mecanismo de recuperación y evita que el poder se concentre en un sólo jugador. Es una muestra de los principios políticos del juego y de la civilización Romana en su conjunto.

TOSQUEDAD

Pese a su brillantez, República de Roma es tosco. Complejo y propenso a los debates innecesarios, se puede alargar entre cuatro y seis horas. Su manual está bien escrito, pero es dificilísimo aprender a jugar con él. De hecho, me he visto obligado a utilizar un documento de más de 40 páginas llamado República de Roma para Dummies para hacerlo.

Pero, lo que es más importante, creo que sus condiciones de victoria no son lo suficientemente fuertes como para sostener el resto del las mecánicas. Las amenazas y la negociación son demasiado fuertes, lo que causa finales anticlimáticos. Y, en los últimos turnos, se dispara el número de asesinatos, lo que permite que el resultado final esté a merced de un dado.

Sea como fuere, el poder narrativo de República de Roma y lo divertido que es de jugar más que compensan sus defectos. Es un juego brillante que crea historias memorables con cada partida. Dicho esto, su barreras de entrada es muy alta. A muchos se les hará imposible aceptar su brutalidad emocional y su injusticia. La dificultad del juego recae, no tanto en las reglas, sino en lo exigente que es con sus jugadores.

Aquellos que prefieran perder su cabeza contra Aníbal que aceptar sus responsabilidades en el Senado no disfrutarán de este juego. Exige nuestra resistencia, nuestra voluntad de aprender y que disfrutemos de la emoción de la lucha. Muchos no serán capaces de dar un paso al frente, frenados por el miedo o por las tres columnas de texto que forman cada página del reglamento. Pero, para el resto de nosotros, pocos juegos son tan buenos.

REPÚBLICA DE ROMA (1990)
DISEÑO Richard Berthold Don Greenwood Robert HainesILUSTRACIONESKurt Miller
Mark Poole
Patrick Turner
EDITORIALEdgeDURACIÓN240-360 Minutos
NÚMERO DE JUGADORES
5-6 (Mejor con 5-6)PUNTUACIÓN★★★★★

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