Age of Empires II Definitive Edition ★★★ | Crítica

Los juegos de estrategia en tiempo real se simplificaron con el paso de los años. El género, que siempre había combinado la construcción con la acción, empezó a abandonar la primera por la segunda. Pero durante su época dorada, era posible hacer justo lo contrario. Age of Empires II añadió, a la presión de la táctica en tiempo real, las características propias de un juego de civilizaciones. Tradicional, áspero y ahora ensalzado gracias a su Definitive Edition, cumple con lo que promete, pese a sus carencias.

UNA CIVILIZACIÓN EN TIEMPO REAL

La belleza de Age of Empires II radica en la importancia que les da a los aldeanos. Espina dorsal de todo reino, son los únicos capaces de construir y obtener recursos. Su número siempre superará al de nuestro ejército y mantenerlos vivos es nuestra mayor prioridad. Mientras puedan trabajar, tu civilización tendrá futuro. Una vez muertos, tu ejército no podrá seguir luchando y acabará sucumbiendo a la falta de refuerzos.

Al contrario que en otros juegos, los edificios son difíciles de destruir en Age of Empires II. A menos que dispongamos de armas de asedio o de una gran hueste, las espadas son casi inútiles. Por tanto, las casas y mercados pueden hacer las veces de muros. Construir nuestra base de tal forma que mantenga a nuestros aldeanos a salvo es todo un rompecabezas. De esta forma, la economía, normalmente de una importancia menor, se hace tan importante como luchar.

Además, se pueden construir edificios de forma que ataquen al rival. Mandar una docena de aldeanos a levantar un castillo en la cara de nuestro rival puede parecernos absurdo, pero es una estrategia efectiva. Las torres, bases ocultas y murallas construidas en el fragor de la batalla son tan sólo algunas de las herramientas que los aldeanos ponen a nuestra disposición. Y si las cosas se nos ponen difíciles, siempre podemos defendernos ¡o incluso hacer que derriben un edificio!

Claro que, idealmente, los aldeanos se centran en conseguir recursos. Y no es tan fácil. Cada estrategia requiere una cantidad distinta de comida, madera, oro y piedra. Recursos que se encuentran en lugares distintos del mapa. Si no luchamos por explotarlos, acabaremos atrapados en nuestra base. El oro se agota rápido y los leñadores se mueven de un bosque a otro. Conseguir mantener una base avanzada o destruir la economía del rival es la forma más clara de ganar.

La presión es tremenda pues todo ha de gestionarse en tiempo real. Las partidas son largas, pero nunca da tiempo a hacerlo todo. Construir a la vez que atacamos, apuntar con la catapulta a la vez que plantamos granjas, salvar a nuestros aldeanos de las razias enemigas y, a la vez organizar las nuestras…nunca hay pausa. A veces toca elegir entre una ciudad organizada y no perderle ojo a la batalla.

Pero los aldeanos son sólo el ingrediente principal. El estilo Civilization también aporta variedad de otras formas. Los monjes pueden curar a tropas heridas y convertir a los enemigos a nuestro bando. La universidad nos da acceso a armas de pólvora y murallas más resistentes. Y aunque las catapultas sean temibles en combate, más nos vale apuntar bien, porque matan a lo que den, independientemente de su bando. La variedad de Age of Empires II es muy superior a lo que que cabe de esperar del género.

Sin embargo, lo que más me gusta son los mapas. El terreno es un factor importante en nuestra toma de decisiones. Algunos son muy abiertos, favoreciendo la agresividad y las hordas de caballería. Pero otros son más defensivos, tienen mares en los que construir flotas o una montaña de recursos en el medio. La comunidad ha inventado todo tipo de mapas absurdos, desde mapas minúsculos donde apenas caben dos jugadores hasta una variante en la que los aldeanos explotan. El tiempo real actúa aquí como un factor clave, uniendo esta realidad virtual con el jugador de forma más directa que los turnos.

TRABAJANDO JUNTOS (O NO)

Sin embargo, la mezcla de estrategia con la acción en tiempo real no siempre funciona bien. El pensar y los reflejes son cosas muy distintas y, a veces, se contraponen la una a la otra. Sobre todo, el manejo de las unidades puede llegar a ser frustrante. A menos que las guiemos continuamente con el ratón, es bastante probable que nuestras tropas elijan suicidarse contra un castillo o perseguir a un pobre explorador de una punta del mapa a otra.

Pese a que mis propias habilidades como jugador se sitúan por encima de la media, y de llevar cientos de partidas, todavía no me siento en control. No soy lo suficientemente bueno como para jugar al juego de verdad, ese que se gana por tomar mejores decisiones y no por errores estúpidos. En cuanto mi reino supera el centenar de unidades, siento que la partida se me escapa.

Algunas situaciones comunes no son muy divertidas. ¿A alguien le hace gracia perder por un pequeño hueco en la muralla? ¿Realmente nos merecemos ganar porque nuestro rival no vio venir la catapulta medio segundo antes? Las tropas son torpes en batalla y se chocan entre ellas en su ansia de alcanzar al enemigo. Por último, más nos vale conocer las civilizaciones al dedillo porque el desconocimiento se castiga con la muerte.

Age of Empires II también tiene un sentido algo extraño del equilibrio. La práctica y la teoría no siempre están de acuerdo. Realmente, existen dos tipos de unidades principales: Los arqueros y la caballería. Los primeros son buenos porque disparan desde lejos. La segunda, porque acorta la distancia rápidamente. Y las tropas de a pie, que no son capaces ni de lo uno ni de lo otro, lo pasan mal y se ven muy poco en los torneos.

Podemos invertir en picas y hostigadores para contrarrestarlas. Pero, como unidades, dejan mucho que desear. Son débiles, frágiles y cuestan demasiada comida. Y al contrario que los arqueros y la caballería, que lo tienen fácil para matar aldeanos, estas unidades tan sólo tienen la función de contrarrestar al rival. Algo parecido pasa con los monjes. Su habilidad de conversión es capaz de darle la vuelta a una batalla. Aunque, para utilizarla, tenemos que ir haciendo clic en los enemigos uno a uno. Para los jugadores expertos, es una herramienta indispensable. Para los demás, no siempre merece la pena.

BOLA DE NIEVE

He jugado, aproximadamente, mil partidas de Age of Empires II. La inmensa mayoría acaba, por muy ajustadas que puedan parecen al principio, en una derrota aplastante. Un ataque exitoso o una pequeña ventaja en recursos nos facilita seguir presionando al rival. Si vamos ganando, se hace más y más fácil ganar más, hasta el punto de que un traspiés nos hará perder la partida.

Al final, perder ante un ejército de caballeros o matar la economía del rival con arqueros puede volverse cansino. Mi impresión actual es que la ventaja de llegar primero a la siguiente edad es enorme. Ni siquiera los jugadores más experimentados parecen capaces de sobreponerse.  Como pierdan un par de aldeanos al principio dan por perdida la partida. Es difícil remontar y no merece la pena luchar hasta el final.

Cuando los bandos están igualados y todo ataque se enfrenta a una contraofensiva, Age of Empires II es una maravilla. Desgraciadamente, no es lo más habitual. Teóricamente, toda jugada tiene una contrapartida. Por ejemplo, no se pueden crear aldeanos mientras avanzas a la siguiente era. Pero las ventajas de la caballería pesada o de controlar varios centros urbanos superan, con creces, a sus desventajas.

Quizás el mejor ejemplo sean los lanzapiedras. Al principio es casi imposible destruir un castillo. La mayor parte de tropas no pueden resistir las flechas que disparan y los arietes, al menos sin mejoras, no son lo suficientemente fuertes como para luchar. La verdadera forma de derribarlos es con un lanzapiedras, que es capaz de disparar desde una mayor distancia y tan sólo necesita un par de minutos para acabar con una fortificación. Así que, al final, muchas partidas se reducen en ser el primero en conseguirlos.

En los juegos se gana y se pierde. Pero Age of Empires II no es tan divertido en esta última instancia. Ganar por quemar los pesqueros del rival o perder porque los aldeanos abren la puerta no le gusta a nadie. Al final, una ventaja pequeña sobre nuestro rival no nos asegura una victoria difícil, sino hacer tal bola de nieve que al final es insoportable.

1999

Claro que, ¿no es esa la gracia? Age of Empires II es a su vez una batalla de ingenio y una prueba de reflejos. No peca de sobrediseño, a veces es simple e injusto como tan sólo lo puede ser un título tan viejo. Muchos juegos modernos son tan prudentes que a veces alcanzan el equilibrio de una forma artificial. Cuando Age of Empires II fue publicado en 1999 no se pensaba en estas cosas. Es un juego honesto y natural, tanto para bien como para mal.

Si practicamos lo suficiente, sus defectos se minimizan. Aprenderemos a evitar peleas que no podamos ganar, conoceremos mejor los diferentes tipos de unidades y no se notará tanto la diferencia de una era a otra. Contrarrestaremos los monjes invirtiendo en caballería ligera, invertiremos en catapultas cuando nos enfrentemos a ballesteros y levantaremos pequeñas murallas para cuidar a nuestros aldeanos. Pero hacen falta cientas, si no miles, de partidas para que sea así.

La Definitive Edition ayuda. El sistema de juego en línea nos empareja con rivales de nuestro mismo nivel, evitando partidas desequilibradas. Las civilizaciones, unidades y hasta mapas de la campaña han sido retocados para funcionar mejor. Las granjas se replantan automáticamente y podemos activar la cuadrícula si nos cuesta construir murallas. Además, Microsoft sigue invirtiendo en el desarrollo del juego mediante nuevas expansiones y parches. Funciona mejor que nunca.

Los gráficos, aunque mejorados, son prácticamente idénticos al original. La dirección artística es exactamente la misma, tan bonita como antes. Los píxeles mantienen ese aire romántico y atemporal, recordándonos que los gráficos 3D ni son ni nunca fueron mejores que sus antecesores bidimensionales.

Age of Empires II dista de ser perfecto, pero su calidad es innegable. Es divertido, ingenioso y natural. Si somos capaces de tolerar sus idiosincrasias, disfrutaremos jugándolo. Si no, se nos hará tan cruel  y frustrante por muy brillante que pueda llegar a ser.

AGE OF EMPIRES II: DEFINITIVE EDITION (2019)
DIRECCIÓN ORIGINAL 1999
Bruce ShelleyDISEÑO ORIGINAL 1999
Mark Terrano
Ian M. Fischer
Sandy Petersen
Greg Street
DESARROLLO ORIGINAL 1999
Ensemble StudiosSONIDO Y MÚSICA ORIGINAL 1999
Stephen Rippy
DIRECCIÓN Y DESARROLLO
Alex Liu
Christopher M. Rubyor
Xbox Game Studios
PUNTUACIÓN
★★★

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