Los errores que cometí coleccionando juegos

Llevo coleccionando juegos toda mi vida. Se nota, no en el tamaño de mi ludoteca, sino en que, a veces, me arrepiento. A lo largo de los años he adquirido cientos de juegos, muchos de los cuales jamás he llegado a disfrutar. He desperdiciado mi dinero, llenado mis estanterías de morralla e, incluso, me he engañado pensando que lo disfrutaba más de lo que lo hacía en realidad. Hoy confieso todos los errores que cometí coleccionando juegos para que tú no tengas que cometerlos también.

ESPERANZAS Y SUEÑOS

Más de una vez he comprado un juego porque me podía imaginar disfrutando de él. En mi cabeza, siempre era perfecto. La compra me daba la oportunidad de vivir aventuras, de hacer el papel de héroe, genio empresarial y brillante militar. No sólo jugaba, sino que participaba y ganaba grandes torneos. Veía los juegos como promesas de un futuro mejor, que se haría realidad y me llenaría de felicidad.

Por eso me leí una docena de manuales de Vampiro: La Mascarada. Me compré dos teclados para la Dreamcast y los mejores y más alabados JRPGs. Pero mis esperanzas no se hicieron realidad. Y, ¿cómo iban a hacerlo? No había preguntado a ninguno de mis amigos su opinión sobre los juegos de vampiros. Mi Dreamcast no funcionaba y no tardaría en darme cuenta que me habían dejado de gustar los JRPGs.

Este fue mi primer error. Confundí el ideal con la más probable realidad. Existe un universo alternativo en el que me meto a rolear, otro en el que vuelvo a Flesh and Blood y Netrunner y otro en el que me vuelvo youtuber, pero dudo que exista ninguno en el que lo haga absolutamente todo.


Mi consejo es ser realista ¿Podemos dedicarle el tiempo que se merece a otro juego? ¿Nos llevará algún tipo de esfuerzo especial o dedicación? Y si es así, ¿cómo lo gestionaremos? Si queremos, nos es posible disfrutar de cualquier juego, por muy largo, complejo o difícil que sean. Pero tenemos que querer jugarlo por lo que es, no por la idea que nos hemos montado en la cabeza. Pregúntate, primero, si realmente quieres; luego, piensa en cuánto esfuerzo estás dispuesto a dar y ya, cuando lo sepas, ve a por ello.

BUENO, BONITO Y BARATO

La facilidad de obtener más juegos excede nuestra capacidad de disfrutarlos. Incluso con el más mínimo presupuesto, nos quedaremos antes sin tiempo que sin dinero. Entre chollos, descuentos, regalos de Humble Bundle, los juegos de mesa de nuestros colegas y lo que ya tengamos en nuestra estantería, tenemos más de lo que podemos abarcar.

Yo no era ninguna excepción, pero no me daba cuenta. Veía mis adquisiciones como una serie de buenas y malas ofertas. Si podía conseguir clásicos a precio de saldo, no me lo pensaba dos veces, sobre todo si venían completos en su caja original. Y, como se me daba bien buscar, siempre conseguía algún tipo de ganga. El problema no era tanto el dinero como que veía estas ofertas de forma abstracta, sin considerar mi propio gusto y situación personal.

N+, Shin Megami Tensei, Pikmin, Disgaea, Re-Volt, Project Zero, Micro Machines Turbo Tournament. Títulos bien valorados, que muchos querrían disfrutar, pero que no llegan a la categoría de clásicos. Al final, mi yo adolescente los dejó de lado para centrarse en lo que realmente me gustaba: Dance Dance Revolution, torneos de Pokémon, Team Fortress 2 y máquinas recreativas. Para cuando descubrí los juegos de mesa, había pasado una década y aún no me había pasado ninguno.

Es una lección que sigo teniendo en cuenta. Hace poco me vi tentado por una copia de Carcassonne a menos de cinco euros. Y Carcassonne, por muy denostado que esté, me parece un título excelente. Pero, si no quería jugar a Carcassonne antes de ver la oferta, ¿acaso iba a querer después? Conseguir un descuento tan sólo sería un aliciente si fuera un título al que ya quisiera jugar.

Dicho de otra forma, no compres juegos tan sólo porque sea posible. Primero, decide qué es lo que quieres y luego, si eso, ponte a pensar cómo harás para conseguirlo. «Buscar buenas ofertas» debería ser el último paso, no el primero. Y, aunque no haya nada malo en buscar «clásicos», solemos estirar el término hasta el punto que justifica todo tipo de compras. Escasean los verdaderos clásicos y, nuestro tiempo, más aún.

JUGAR COMO OBJETIVO

Cuando compramos un juego, empeoramos los que ya tenemos. Todos compiten por nuestra atención, que peca de ser finita. Y cuanto más se divida, menor será el interés que podremos mostrar por cada uno de ellos. Muchas veces, demasiadas, he ido de juego en juego, con la vana esperanza de que si probaba los suficientes, al final llegaría a disfrutar alguno.

Pero ese momento nunca llegaba. La propia búsqueda lo evitaba. Siempre había más cosas que probar y nunca daba el tiempo para profundizar en nada. Al final, me pasaba más tiempo decidiendo qué jugar que jugando. ¿Para qué servía mi búsqueda entonces? La función de una ludoteca debería ser disfrutarla, no fomentar la indecisión.

Esto es aún más importante, si cabe, con los juegos de mesa, pues idealmente los jugaremos varias veces y con otras personas. Tener una docena de títulos compitiendo por la misma tarde nos condena a partidas insulsas, de aprendernos las reglas y dejar olvidado el juego en la estantería. Si, como yo, te apasionan títulos como Food Chain Magnate, Dune o República de Roma, quizás sea mejor apartarse del aluvión de novedades.

Afortunadamente, conseguí centrarme a tiempo. Reduje mi colección y vendí todos los títulos que «quería», «debería» o «podría» jugar para centrarme en aquellos que ya jugaba. ¡Hasta me deshice de mis libros! No necesitaba tenerlos ahí, ocupando espacio, si tan sólo los releía una vez cada quince años. Incluso me volví más cauto con mi colección digital. Ya no instalo juegos, emuladores ni ROMs hasta el momento que las necesito.

Con menos distracciones, todo es más fácil. Ahora puedo darle más atención a mis juegos favoritos y pierdo menos el tiempo con títulos anodinos o dispensables. En vez de gastar mi tiempo y dinero buscando ofertas, profundizo en aspectos más importantes. Me centro más en la estrategia, en la calidad de la experiencia y menos en probar por probar. En el fondo, si queremos disfrutar de un juego no nos queda otra que jugarlo.

Dale importancia a lo que te ayude a jugar. Mi mejor inversión no ha sido en Kickstarter ni en Steam. Fue en la membresía de un club de juegos de mesa. Y lo mejor que hice por mi colección de videojuegos fue montarme una mesa decente, donde podía dejar todo enchufado. Incluso hablar de juegos en este blog hace más por mí que todas mis compras juntas.

Errar es humano y si fuésemos perfectos, tampoco jugaríamos. Todos hemos caído alguna vez en el consumismo, el aburrimiento y la procrastinación. Si a ti también te ha pasado, déjame un comentario. ¿Qué te ayuda a disfrutar de los juegos? ¿Qué errores has cometido con tu colección? ¿Y qué podemos hacer para evitarlos?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *