«Vamos, que es como el Condottiere» recuerdo decir cuando oí por primera vez hablar sobre Gwent. Y en cuanto lo ví en la mesa y lo jugué, no quedaba duda; Gwent era literalmente el mismo juego que Condottiere. Mismas reglas, mismas cartas, mismo héroe inmune al clima y mismo espantapájaros que te devuelve una carta a la mano.
Al principio pensé que se trataba de una edición ambientada en el mundo fantástico de Sapkowski pero pronto comencé a dudar: Los créditos no mencionaban a su diseñador sino a otro hombre: Damein Monnier.