German Railways ★★★★
¿Cómo se puede ganar a un juego cuando nunca llega tu turno? Esta es la pregunta que plantea German Railways, la segunda entrada en la Serie de Ferrocarriles Históricos de Winsome. Como Chicago Express, es un juego simple, rápido de construcción e inversión y también uno de los juegos más contraintuitivos que he jugado.
RIQUEZAS
El objetivo de German Railways es convertirse en el jugador más rico de la mesa a través de la inversión ferroviaria. Cada turno tenemos sólo dos opciones: Sacar a subasta una acción o expandir un ferrocarril en el que ya hayas invertido. Cuando las rutas de dos compañías se tocan se paga un dividendo, pero los accionistas de la compañía que realiza la conexión reciben el doble de lo normal.
Estas mecánicas son sencillas, pero forman un juego muy tenso. Queremos ganar dinero lo más rápido posible para comprar más acciones, pero conectar en los primeros turnos también significa reducir tus ingresos al final de la partida. También buscamos ser los que hagamos la conexión para conseguir el doble de dinero, pero entonces no nos estaremos expandiendo tanto y puede que lleguemos a menos ferrocarriles.
Sumándose a la complejidad de decisiones, cada compañía tiene un poder diferente. Una de ellas puede construir fácilmente a través de las montañas, otra se expande muy lentamente y una tercera no puede pagar dividendos hasta que conecte Hamburgo con Berlín. A veces, incluso la posición en el tablero puede ser un poder. En la esquina noroeste del mapa, el Ferrocarril Pruso puede realizar una conexión con Berlín después de que todas las demás compañías lo hayan hecho.
Como sólo puede haber una compañía en toda casilla que no sea una ciudad, los ferrocarriles se pueden utilizar como arma. Podemos encerrar a las compañías de nuestros oponentes o acercarnos para fomentar una conexión. Berlín tiene un número finito de accesos y puede ser imposible alcanzarla si cometemos un error.
ORDEN DE TURNO
Pero estas tensiones son sólo el campo de batalla. Cada turno, los jugadores ponen fichas suyas en una bolsa para determinar quién juega y cuando. A mayor valor de nuestras acciones, menos fichas metemos lo que significa que podemos llegar a tener varios turnos seguidos o ninguno dependiendo de lo que hayamos invertido.
Aquí yace una gran parte de la estrategia del juego. Aunque pueda parecerlo, no es una mecánica que busque compensar a los jugadores que van perdiendo sino una forma de resaltar lo importante que es invertir correctamente. Una buena inversión no requiere de nuestros esfuerzos. De hecho, si jugamos bien, es posible ganar sin tener un sólo turno.
Parece absurdo, pero es perfectamente posible. Al fin y cabo, no hace falta que sea nuestro turno para participar en las subastas. Los dividendos se pagan cuando dos ferrocarriles conectan, aunque no hayamos hecho nada para ayudarles a hacerlo. Mientras nos beneficiemos de las acciones de los demás jugadores, no nos hacen falta turnos.
Esta dinámica es muy contraintuitiva. Pero es contraintuitiva de una forma muy interesante. Entender las reglas y jugar es fácil. No hace falta saber cómo funcionan las compañías en detalle para saber jugar. Lo difícil es reconocer que para ganar vamos a tener que jugar de una forma muy diferente a la normal.
La forma en la que funcionan los dividendos es un buen ejemplo. Como los dividendos se pagan sólo cuando dos compañías conectan, lo más probable es que acabemos beneficiando también a nuestros rivales. De hecho, es posible reducir los ingresos totales de una compañía si la conectamos a otra antes de tiempo.
Es un juego muy divertido. Tiene muchos elementos dramáticos, como las subastas o los ingresos dobles por hacer una conexión. Pese a tener una temática seria y requerir mucha planificación, la tensión subyacente hace que me lo pase bien y sonría.
PREOCUPACIONES
Al principio me preocupaban un par de cosas de German Railways. Pensé que el azar podría ser determinante, pero tener turnos no es tan importante como para que afecte al resto de la partida. Después, me preocupaba que el jugador en cabeza pudiera dominar la partida, pero ser más rico no asegura ganar. El juego es también mucho más variado de lo que esperaba, todas mis partidas acaban divergiendo radicalmente tras la subasta inicial.
El mayor problema que tengo con el juego es la falta de un recordatorio con el poder de las ocho compañías del juego. Es difícil acordarse de todos los detalles y podría haberse incluído en el tablero una breve descripción con el poder de cada compañía y el número de trenes del que disponen.
El diseño gráfico de las acciones también supone un problema. Al contrario que en Chicago Express, todas las acciones tienen el mismo dibujo y los colores son difíciles de diferenciar. Hay ocasiones en las que, desde lejos, me ha costado saber si una acción era marrón, amarilla o naranja. El tablero tampoco se queda plano en la mesa, una de las partes se levanta y se separa.
Aun así, la edición de Queen Games es una preciosidad. Como Chicago Express, las fichas de madera son bonitas y fáciles de manejar. Y, al revés de lo que ocurre con las acciones, los colores de los trenes y los espacios del tablero son fácilmente reconocibles.
En conclusión, German Railways es un juego inteligente cuya naturaleza contralógica no será del gusto de todos. Pero, para aquellos a los que nos atraen las triquiñuelas y las vueltas de tuerca, es un juego gratamente recomendable.
GERMAN RAILWAYS (2008) | |||
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DISEÑO | John Bohrer (Como Harry Wu) | ||
ILUSTRACIONES | Harald Lieske | ||
NÚMERO DE JUGADORES | 3-5 (Mejor con 3-5) | DURACIÓN | 60 Minutes |