Puede que avistar aves sea una afición más emocionante de lo que se cree, pero no creo que Wingspan haga mucho por cambiar esa impresión. El último superventas de Stonemaier es un juego más anodino de lo que esperaba y que dista de ser tan temático o simple como prometía.
COLOCACIÓN DE AVES
En Wingspan cada jugador tiene un tablero con tres espacios. El primero nos da comida, el segundo huevos y el tercero nos deja robar cartas de ave. Podemos gastar los dos primeros recursos para bajar nuestras aves y cuantas más tengamos en un espacio, más recursos conseguiremos al activarlo.
Lo interesante del juego es que cada pájaro tiene un poder diferente y se activan todos a la vez cuando usas un espacio. Así que, además de mejorar su rendimiento, también podemos conseguir puntos de victoria u otros recursos. Y la mayoría de ellos ya dan puntos de victoria de por sí, así que bajarlos a la mesa es un beneficio en sí mismo.
Si has jugado a Lords of Waterdeep, Terraforming Mars o cualquier otro juego con una mecánica de colocación de trabajadores o draft, Wingspan te resultará bastante familiar. Al igual que ellos, es un juego basado en gastar acciones para conseguir recursos y luego reinvertir esos recursos para conseguir puntos, cartas o más recursos aún.
Lo que diferencia a Wingspan de otros juegos de su género es que el tablero no es compartido entre los jugadores. Hay una fuente de comida común y una baraja para todos, pero nuestros pájaros son sólo nuestros. No podemos ser atacados ni podemos interferir en los planes de los demás. La única competición es por un par de bonos al final de cada ronda.
EMOCIÓN
Puedo apreciar la calidad de Wingspan de una manera abstracta. Pequeños detalles, como la forma en el que el número de acciones disponibles cada ronda se reduce cuando ponemos un marcador en el tablón de puntuación, demuestran que se ha puesto mucho esfuerzo en el juego. Pero no es emocionante. Cada vez que juego a Wingspan acabo deseando no haberle dedicado mi tiempo.
Al fin y al cabo, no hay nada de especial en otro juego más de colocación de trabajadores, mucho menos uno que es menos interactiva y más solitario de lo habitual. Es uno de esos juegos en los que ir bien significa conseguir tres en vez de dos y medio y en el robar una carta levemente mejor del mazo es la emoción más fuerte.
Quizás el juego sería menos aburrido si las aves tuvieran poderes interesantes, pero todas hacen más o menos lo mismo. Conseguir comida. Poner un huevo. Robar una carta. Gasta uno de los anteriores para conseguir un punto. Una y otra vez. Le falta profundidad.
Es un juego de eficiencia. Y, por si sola, la eficiencia no hace que un juego sea divertido. Puede ser una contrapartida interesante, pero si tanto las acciones y pájaros se parecen tanto entre sí ¿Qué diferencia hay? En Wingspan da igual si juego un águila que un pato, me va a ir bien y mis estrategias van a ser la misma de comienzo a fin.
PROBLEMAS
Wingspan me parece tan falto de emoción que no me importan demasiado algunos de sus defectos. Normalmente, detalles como lo fuerte que es poner huevos comparado con el resto de acciones pesarían bastante en la opinión que me hago de un juego. Pero Wingspan no sería más divertido si se solucionaran sus pequeños de equilibrio.
Tener que esperar a que el resto de jugadores terminen su turno me parece un problema de diseño. Y me parece un problema de diseño más importante y serio que el que las cartas sean aburridas o que todas las acciones posibles sean siempre buenas.
La presencia de otros jugadores hace que Wingspan sea peor. Como la comida y el mazo son aleatorios y compartidos, no se pueden hacer planes a largo plazo. La carta o dado que necesitas puede que no siga ahí para cuando sea tu turno. El juego incluye reglas para jugar en solitario, pero entonces no sólo ya compite con otros juegos sino con todo tipo de métodos de entretenimiento.
El juego es también más azaroso de lo que pueda parecer. Como la mayor parte de pájaros producen recursos, su valor cambia a lo largo de la partida. Si tenemos la suerte de empezar con un pájaro bueno en nuestra mano inicial, nos irá mucho mejor que al resto de jugadores. Se puede intentar robar, pero el juego es tan corto que es fácil desperdiciar acciones
FAMILIA
Hay quien diría que Wingspan es un juego familiar y no debería someterse a los mismos estándares estratégicos que un «juego de jugones». Pero ser accesible no justifica una falta de emoción o profundidad. A los novatos les importa la calidad lo mismo que a los demás. Ser fácil de jugar no exime de ser interesante.
De todas formas, no creo que Wingspan sea un juego especialmente accesible. En el fondo es uno de esos juegos en los que tenemos que leer varias cartas por turno, cada una de ellas con un coste, poder, restricción, cantidad de puntos y/o implicaciones distintas. Wingspan no es un juego familiar. Es lo que los jugones creen que es un juego familiar.
Creo que alguien que busque un juego sencillo obtendría mejores resultados con Catán, Carcassonne o Acquire que con Wingspan. No sólo son más fáciles de entender y de jugar, sino que también son más divertidos y mucho más baratos. Podemos comprar dos de esos juegos por menos de lo que nos costaría conseguir Wingspan.
Algunos defienden que la temática de Wingspan es más atrayente o accesible culturalmente. Dudo bastante de que sea afirmación sea cierta, pero, aunque lo fuera, no creo que Wingspan sea el juego adecuado. La fachada ornitológica no se ve reflejada en las mecánicas del juego, sino que es sólo texto de ambientación en la parte inferior de las cartas. No hace falta entenderla ni para jugar ni para ganar.
Algunas de las aves tienen habilidades propias de su especie, pero como las cartas se parecen tanto, no se nota mucho. Podemos saber que algunos animales son carnívoros porque requieren un ratón o un gusano para ser jugados, pero sigo sin entender por qué las aves que viven en el agua me roban cartas y las del bosque no.
Como todos los juegos de Stonemaier, Wingspan presume de componentes muy por encima de la media. Cada carta tiene una preciosa ilustración en acuarela y en la caja se incluye una torre de dados de cartón. Son detalles innecesarios pero agradables de una forma que el maximalismo de Tapestry no lo era.
Aun así, este par de detalles no puede apuntalar los problemas básicos del juego que son falta de diversión, emoción y profundidad. Es un juego que no comunica idea alguna sobre su ambientación, tan insípido como inofensivo.
WINGSPAN (2019) | |||
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DISEÑO | Elizabeth Hargrave | ILUSTRACIONES | Ana Maria Martinez Jaramillo, Natalia Rojas, Beth Sobel |
EDITORIAL | Stonemaier Games | DURACIÓN | 60 Minutes |
NÚMERO DE JUGADORES | 1-4 (Best with any number) | PUNTUACIÓN | ★ |