El coste de una buena partida

Los juegos son una forma de arte interactiva. Nuestras acciones como jugadores moldean la experiencia resultante tanto, o más, que las propias mecánicas, el diseño de niveles o la visión del diseñador. Esto nos pone en una posición en la que el empeño que ponemos en jugar determina en gran medida nuestro disfrute. Y aún así, a veces nos olvidamos de cómo no poner este empeño empeora nuestras partidas.

Cuando hablamos del coste de un juego solemos hablar de su precio. En el mejor de los casos puede que hablemos del tiempo que dura o cuánta gente necesitamos para jugar. Pero los juegos exigen más que eso. Incluso nuestro sentido del humor puede ser un factor determinante a la hora de disfrutar de uno.

Esto no es un problema exclusivo de nuestra afición. Pero las películas no prenden fuego al proyector si no entendemos una escena. Por otra parte, he visto cómo los mejores títulos del mercado perdían todo el sentido tan sólo por malinterpretar una regla o porque alguien fue un poco vindicativo ¡Nuestras acciones determinan hasta cuanto tiempo vamos a estar jugando! Si somos muy lentos, hasta el juego más sencillo puede llevarnos horas.

Esto ocurre con Cosmic Encounter. Es un título maravilloso pero muchos lo pasan mal jugándolo. Es un juego caótico, social, con partes de faroleo, negociación y gestión de cartas. Estos elementos hacen de él un juego divertido pero también que a algunos les cueste entenderlo. Es un efecto tan fuerte que escribí sobre cómo tener una buena primera experiencia con Cosmic Encounter y otra en la que expliqué por qué aliarse demasiado puede destrozar la partida.

OPORTUNIDAD Y EMPEÑO

El empeño que ponemos en jugar es, a su vez, una oportunidad. Ganar tiene más valor si podemos perder. Ser traicionado pone a prueba nuestra templanza pero también nos permite responder de la misma forma. Solucionar puzles, explorar, aprender y compartir un rato con otros es, a la vez, un coste y la llave para tener nuevas experiencias.Hablemos de la profundidad. Todos queremos juegos con decisiones interesantes y estrategias que son tan divertidas de descubrir cómo de llevar a la práctica. Pero no siempre damos los pasos necesarios para disfrutarla. Para poder apreciar la profundidad de un juego, hemos de jugarlo varias veces. Da igual si un título al que sólo le echamos una o dos partidas es profundo o no porque jamás llegaremos a averiguarlo.

Los diseñadores saben que cada vez es más raro repetir. Por tanto, los juegos cada vez se centran más en crear una buena impresión que en la longevidad. Las Ruinas Perdidas de Arnak es un buen ejemplo de ello ¿Para qué esforzarse en algo que nunca va a ser apreciado? No podemos disfrutar de Dune, Food Chain Magnate, Sherlock Holmes Detective Asesor o incluso de videojuegos como Street Fighter si no repetimos así que, ¿para qué crear juegos así?

Es sólo un ejemplo. El mundo lúdico está lleno de límites autoimpuestos. Muchos jugones evitan todo juego que dure más de un par de horas, que exija aprender nuevas habilidades o que implique interactuar con los demás. Y si bien estas limitaciones pueden no ser extremas, son suficientes como para excluir a muchos títulos importantes.

Esto no quiere decir que poner más empeño siempre sea mejor. Muchos juegos malgastan nuestros esfuerzos. Cazar píxeles, las reglas innecesariamente complicadas, grindear o incluso la memorización innecesaria, pueden hacernos desperdiciar el tiempo que dedicamos a jugar. Determinar qué merece la pena y qué no, es, por supuesto, una decisión personal. Pero simplemente el plantearnos dónde están los límites y qué podemos hacer para superarlos nos puede ayudar a tener mejores partidas.

JUGAR ES NUESTRA DECISIÓN

Al final, tenemos que ser honestos con nosotros mismos. A veces caemos en la falsa esperanza de que, algún día, nos levantaremos y tendremos buenas partidas como por arte de magia. Nos creemos que por comprar un juego vamos a pasarlo bien, incluso si la última vez que lo hicimos acabamos viendo cómo cogía polvo en la estantería. Si queremos disfrutar realmente de nuestro medio, tendremos que responsabilizarnos de lo que jugamos.

Si no nos tomamos los juegos en serio, nos picamos por perder o abandonamos la partida de buenas a primera, eso va a tener consecuencias. Tenemos que elegir por nuestra cuenta qué empeño estamos dispuestos a poner y aceptar que eso nos acabará limitando. Alcanzar el equilibrio entre el empeño y la calidad de la experiencia es una decisión que depende de nosotros.

El mundo de los juegos aún cree que el diseño es la solución a todo. Que si los juegos fueran mejores, más elegantes y se construyeran científicamente no tendríamos que elegir. Pero el diseño no nos salvará de tener que hacerlo. No hará que nuestros rivales sean más divertidos ni que aguantemos mejor la frustración. Eso depende de nosotros, para bien y para mal.

Creo que es importante tomar una decisión consciente ¿Cómo queremos que sean nuestras partidas? Y, ¿qué coste estamos dispuestos a pagar para conseguirlas? Debemos decidir nosotros mismos y disfrutar de los juegos tanto como queramos y podamos, no hasta el punto en el que nos engañamos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *