Liberté ★★★★

Liberté tiene las decisiones más difíciles de todos los juegos de mayorías que he probado. Tras su temática revolucionaria se esconde un juego opaco en el que los jugadores no controlan directamente a una facción. Las partidas pueden cerrarse con un estrechísimo margen de victoria o terminar súbitamente con un golpe monárquico. Es uno de mis juegos favoritos de Martin Wallace a pesar de sus defectos.

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Root ★★★

Cohle Wherle ya era conocido por su gusto en juegos antes de dar el salto al estrellato como diseñador. Se le podía encontrar fácilmente en los foros de Boardgamegeek, hablando de Dune, juegos de guerra o la serie 18XX. Sus primeros diseños, Pax Pamir y An Infamous Traffic, ya mostraban su gusto por la beligerancia y su sardónico toque personal.

No debería sorprendernos, pues, que Root sea un juego sobre adorables animalitos del bosque y su cruenta lucha por conseguir poder.

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Blood Rage ★

Vikingos sanguinarios luchan ante el final del mundo en Blood Rage. Los jugadores reúnen a monstruos y los mejores héroes de su clan, no por una causa justa, sino por la gloria de la batalla. Es un juego violento y sencillo de control de áreas y cartas.

Cada vez que lo veo, me dan ganas de jugarlo. Pero cada vez que lo hago, acabo decepcionado. Es un juego al borde de la grandeza, de la misma forma que un coche sin frenos está casi terminado.

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Dune ★★★★★

En Dune hay batallas, pero no es juego de guerra. Tiene un componente de negociación e intriga, pero no se puede ganar a base de hacer buenos tratos. Las facciones del juego otorgan al jugador de poderes increíbles, pero están equilibradas de tal forma que no se puede depender de ellas,

Han pasado más de cuarenta años desde que se publicó Dune y, aun así, me parece uno de los mejores y más rompedores juegos a los que he jugado nunca.

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