Enormes silos de cemento se alzan orgullos hacia el cielo ante la belleza de la naturaleza americana. Fábricas y almacenes se extienden a lo largo de un ferrocarril, tan infinito, que se escapa con el horizonte. La ciencia y la arquitectura se presentan como adalides de una era moderna, donde el trabajo y la industria dominan el mundo.
En este mundo, dos ideologías pugnan por la supremacía. Al menos, en teoría.
Las cartas son el núcleo de Terraforming Mars; es imposible ganar sin entenderlas. Pero son todas diferentes entre sí y la forma en que interactúan es compleja y sutil. Es difícil saber exactamente cómo de buena o mala va a ser una carta en cada partida y, a veces, cartas que pensábamos que iban a ser una maravilla acaban descartándose por un sólo crédito.
Pero hay un puñado de cartas que sé que siempre van a ser buenas. Cartas lo suficientemente versátiles o poderosas que sé que me van a hacer la partida más fácil. Son las nueve mejores cartas de Terraforming Mars:
Las razas alienígenas más poderosas del universo pugnan por la supremacía en Cosmic Encounter. Una de ellas, Chronos, tiene el poder de volver atrás en el tiempo y obligar al oponente a repetir una batalla. Otra, Zombie, tiene naves inmortales y Mutante siempre se queda con 8 cartas en mano, robándolas del mazo o sus oponentes si hiciera falta. El alienígena más extraño de todos, Esquizoide, cambia las condiciones de victoria del propio juego y obliga a los demás a adivinarlas.
Comparado con el resto de alienígenas del juego, no sólo parece débil sino que parece hasta contraproducente. ¿Para qué querrías dar cartas a tu oponente? ¿No es algo que le va a ayudar? Muchos jugadores primerizos nunca le dan una oportunidad, pensando que es un poder «de broma» o que todo lo que puede hacer es ayudar a un aliado.
Pero se equivocan. No sólo es un alienígena fortísimo, sino uno manipulador e insidioso. Mejor aún, es un gran ejemplo del diseño de juegos.
Toda buena baraja parte de unos buenos cimientos. Por muy buena que sean nuestros ideas, si no tenemos suficiente economía o demasiados hielos nuestra baraja está condenada al fracaso.
En este artículo explicaré como construir barajas de Corporación sólidas, funcionales, que se puedan usar de base y pulir posteriormente.
Los beat’em ups tienen reputación de ser juegos para tontos. Lo de ir por la calle pegándose con hordas de enemigos casi idénticos se ha vuelto sinónimo de aburrimiento, por mucho que se apreciara hace dos décadas. Y mi opinión, como la de la mayoría, no difería demasiado. El género me parecía aburrido y estéril, consistente en poco más que en pegar a los enemigos más fuerte de lo que te pegaban a ti.
Pero cuando me puse a jugar a Final Fight y tomé por primera vez las calles de una ficticia Metro City, me di cuenta de que no era así. No importaba lo fuerte que fuesen mis puñetazos. Lo que importaba era quién los recibía.